sábado, 13 de marzo de 2010

XVI.

Agua empezó a temblar. Era el hijo de Ero Fischer, la habían descubierto con las manos en la masa. ¿Que haría ahora? Lo que había hecho no tenía disculpa. Había robado una llave a un hombre, para acceder con esa llave a una propiedad privada. ¿En que había estado pensando? ¡Maldito el día en el que se le ocurrió inmiscuirse donde no la llamaban! El chico se le acercó con cara extrañada.
- ¿Tu estás bien? –dijo con marcado acento alemán.
Agua intentó responder, pero el miedo la había paralizado en el sitio. Estaba todavía con la llave a escasos centímetros de la cerradura, y fue entonces cuando el chico se fijó en ella. Una chispa de reconocimiento apareció en sus azules ojos.
- Padre tiene llave igual. ¿Ser tuya?
Repentinamente Agua reaccionó. El chico no sabía nada de la iglesia. Menos mal. Pero ahora llegaba otro interrogante. ¿Qué le diría ahora? ¿Le contaría la verdad o inventaría alguna historia? Nunca se le había dado bien decir mentiras, y menos sin haberlas planeado de antemano, pero si le decía la verdad creería que estaba loca como poco.
Decidió presentarse primero, y decidir después dependiendo de la reacción del chico.
- Eeeh… Hola. Me llamo Agua. Tú eres el hijo de Ero Fischer ¿no? No sé si te acuerdas pero nos vimos ayer.
- Si, acuerdo. Yo soy Johann.
- Johann… Bonito nombre. Como Pachelbel.
- Si, me pusieron nombre por él ¿Como sabes? – dijo con cara sorprendida.
- Bueno - contestó Agua - creo que es bastante conocido, sobre todo por su canon.
- Quiero decir que poca gente conoce nombre. Saben Pachelbel, pero no Johann.
Debía reconocer que eso era cierto. Tal vez se debiera a que su canon se había llamado “Canon de Pachelbel” y no “Canon de Johann Pachelbel”, pero poca gente sabía el nombre del conocido compositor.
- ¿Que haces tu aquí? ¿Ser tuya llave? – Volvió a preguntar Johann.
- En realidad no… - suspiró Agua. Sería mejor que se lo contase todo. Si decidía tomarla por loca allá él. Lo importante es que no la denunciase. – Es de tu padre.
Johann la miró con cara extrañada. No se había dado cuenta antes, pero tenía unos ojos muy bonitos, que contrastaban con su blanca piel. Llevaba el pelo rubio algo largo y despeinado, aunque le quedaba muy bien.
Agua miró al suelo y empezó a contarle todo, desde lo que le pasaba de niña con esa iglesia hasta las investigaciones que había llevado a cabo.
- Tal vez creas que estoy loca, pero te juro que no lo hice con malas intenciones, así que toma la llave, y por favor no le digas nada a tu padre ni a la policía.
Johann se quedó un rato pensativo, mirando a la llave que Agua acababa de poner en sus manos. Después de estar un rato los dos sin decir nada, Johann pensando y Agua reteniendo la respiración a la espera de que dijese algo, Johann se levantó bruscamente con la llave en una mano y la muñeca de Agua en la otra.
Agua se asustó. ¿Sería capaz de llevarla a rastras a la policía para que la detuviesen cuanto antes? Pero para su sorpresa la llevó ante la puerta de la iglesia y después de insertar la llave en la cerradura dijo:
- Veamos si verdad hay algo oculto en iglesia de padre.

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