jueves, 11 de marzo de 2010

XV

Con esa melodía en la cabeza, Johann no podía resistirse a andar más rápido, como si el sonido de la música diese más vida a sus largas piernas. Decidió explorar un poco el entorno : iba a pasar cerca de dos meses en aquel lugar, algún sitio decente para pasar los días tenía que haber, seguro. Sino era así, estaba decidido a coger su maleta y regresar a su mundo, que no tenía duda, mucho mejor.
Encontró una pequeña tasca llena de humo y señores jugando a las cartas, al lado de unos establos. Cálmate, Johann, esta es zona rural. El pueblo era mejor al centro, ¿recuerdas?. Zona rural, zona rural, zona rural. Siguió caminando y, en efecto, llegó a la zona no-rural. Un cine, ¡bien!, lo que parecía una diminuta bolera y algún que otro bar más decente. Pero sobre todo se fijó en la playa. El agua, cristalina, y la arena, fina y blanca, invitaban a pasar el día entero allí. Johann se arrepintió de no haber pasado ni un verano en aquel lugar. Menuda estampa, era perfecta. Recordaba la playa invernal llena de desperdicios y cosas varias. En verano, y debido al turismo, el pueblo no era el mismo, qué va. Parecía surgir recién lavado del fondo del mar, como si se tratara de la isla Atlántida.

Decidió dar un paseo por la orilla y cambió a una música más tenue. Se arrepintió de no haber llevado la cámara de fotos, el atardecer se presentaba como una perfecta captura. Se sentó en la orilla y el rojizo horizonte le dejó la vista herida. Y así se quedó un buen rato.

Tras ese largo instante, decidió ir en busca de la iglesia llevado por la curiosidad. Subió por un estrecho camino de arena y allí estaba. Recordaba que se encontraba cerca de la playa, pero no tanto. Al acercarse, quedó maravillado por su belleza y por la gran cantidad de esculturas que había en el exterior. No sabía por qué, pero no la recordaba así.

Dio la vuelta para llegar a la entrada principal. Allí se encontraba Agua intentando abrir la puerta.

- ¿?...

Agua, sorprendida, empezó a temblar. Nerviosa, se dio la vuelta y lo vio, era el hijo del hombre cuya llave había robado...

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