martes, 9 de marzo de 2010

XIV.

Johann se fue a la cama intentando analizar el comportamiento de su padre. Siempre había sido muy raro, pero desde que había llegado al pueblo para pasar las vacaciones de verano, esa rareza se había intensificado: todos los martes se pasaba horas pescando, y siempre parecía estar tenso en su presencia, como si le ocultase algo.
Fuera lo que fuera lo que le pasaba era muy molesto. Ya bastante tenía con tener que pasar las vacaciones en aquel pueblucho, alejado de sus amigos, y con sus padres como única compañía. Aunque tal vez su padre tuviese razón, y llegaría más gente de su edad a pasar el verano. Eso le recordó la chica que había venido a buscar a su padre esa tarde. ¿Quién sería?, ¿qué querría de su padre? Y lo más importante ¿porqué su padre se pusiera tan nervioso cuando la mencionó? Parecía que hubiese visto un fantasma. ¿Era algo relacionado con esa chica lo que hacía preocupar a su padre?
Se metió en cama decidido a dejar de darle vueltas al asunto. Si su padre tenía algo que contarle ya lo haría cuando lo considerase oportuno, sino, allá él.
Al día siguiente, en cuanto se levantó se preparó un poco de leche con cereales. Echaba de menos los Brötchen que acostumbraba a desayunar en Alemania. Allí mucha gente era aficionada a esos panecillos, sobretodo para desayunar. Y por si fuera poco no poder tomar su desayuno favorito, el día prometía ser tan aburrido como el anterior. Suspiró. Eso le pasaba por dejarse convencer por su padre. Pero ahora ya estaba hecho, así que debía intentar llevarlo lo mejor posible.
Después del desayuno intentó conectarse a Internet para poder dejarle un mail a su amigo Adolph, o, como él prefería que le llamasen “Ad”, ya que como el repetía constantemente: “Adolph es el nombre de mi padre, y paso de que me llaméis por un nombre de viejo”. Al revisar su correo vio que él ya le había dejado un correo. Solo leer el asunto, “Noche loca”, no pudo evitar sonreír. La verdad es que Ad era un chaval un tanto alocado, sin ninguna pasión en concreto aparte de beber cerveza, jugar a la play y ligar con chicas, pero siempre le hacía reír. Pasara lo que pasara él siempre conseguía encontrarle el lado positivo al asunto. Si se hubiera venido con él seguro que el pueblo no sería tan aburrido.
Le dio doble clic al correo, pero, como no, la conexión a Internet se evaporó. “Menuda mierda de sitio, que ni siquiera funciona Internet como debería”, pensó. Fue en busca de sus padres por la casa, y se encontró a su madre recién levantada en la cocina.
- Mamá, no va la conexión a Internet.
- ¡Aah! Si, se me olvidó decirte que hace poco se calló una antena y tanto Internet como el teléfono andan fatal.
- ¡Pues menuda mierda! ¿Y ahora que hago en todo el día?
- Pues no sé, hijo. ¿Por qué no vas a dar un paseo? Hoy hace buen día.
- Menudo planazo
- Ay Johann, pues no sé. Busca otra cosa que hacer. En mis tiempos no teníamos Internet y sobrevivíamos.
Johann se fue sin molestarse siquiera en contestar, aunque finalmente decidiría dar un paseo por el pueblo, a falta de nada más interesante que hacer. Cogió el MP4 y salió de casa al ritmo de Rammstein, dispuesto a explorar el lugar.

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