miércoles, 27 de enero de 2010

I.

Los recuerdos son los pilares sobre los que se asienta una vida, como se concentra el peso de todo tu cuerpo sobre las plantas de los pies cuando caminas.



Llueve, y Agua regresa a casa tras horas de clases intensivas. Es invierno, y la falta de luz solar hace que su estado sea demasiado melancólico. Además, sus párpados de plomo amenazan con cerrarse estrepitosamente en cualquier momento. Llega a casa desganada, y cuando recuerda que mañana tendrá el examen más difícil de aquellos que ponen fin al primer cuatrimestre,abre los ojos y empieza a sacar de los armarios todo aquello que contenga cafeína. Había olvidado que esa noche sería dura. Una de las dos más largas del año, recordaba.
Son las nueve menos cuarto de la mañana, y Agua pregunta al secretario en qué aula tiene que hacer el examen. En la número ocho, perfecto. Llega y saluda a todos, pero no está la mayor parte de su grupo puesto que su examen empezaba a las ocho y media.
Sale el profesor de Fotografía y lee la lista de alumnos. Oye su nombre y entra, muy nerviosa, pero cuando por fin le entregan el examen sonríe, intuía que a aquel bizarro profesor le gustaban esos temas, por eso los había estudiado más a fondo que los otros.
Cuando sale de su último examen invernal, llama a su nuevo grupo de amigos para quedar con ellos y contarles lo contenta que está. Además quiere despedirse, mañana todos partirán de la ciudad en dirección a sus lugares natales. Durante toda aquella tarde parece que sus ojos se han vuelto tan ingrávidos como su nombre.
Tras despedirse de sus amigos con sorprendente tristeza -hace poco que los conoce-, se dirige a su piso para preparar las maletas. Qué ganas de volver a ver el mar, de respirar el aire puro de la costa, de pasar una semana con sus conocidos de siempre, más que merecida.

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